Wednesday, February 29, 2012

¿Qué?

Dalí Atomicus. Philippe Halsman, 1948.


La peculiaridad rodea a cada quien de su forma, a su manera, y somos nadie para recrear una  perfección humana que por desdicha es una ficción ideal. Los genios comienzan locos, terminan locos, esfera viciosa que nos lleva a pensar qué es realmente la desviación de la normalidad.  La locura, es el ámbito del saber, ese componente ideal que pone en duda lo que para muchos es la “verdad” declarada, la que desespera y exaspera a aquellos que adoptan una posición absoluta y cierran sus mentes ausentes de nuevos comienzos, aterrados de una nueva verdad.

La realidad es, que al igual que los sentimientos encontrados, la locura y la cordura están dividas por una línea difusa, en la que saltamos de rato en rato, dominando nuestra vida por turnos. Todos estamos perdidos sin remedio, porque somos seres de razonamiento, humanos con capacidad, y así suene redundante, la locura no existe sin razón. Sin embargo, solo la razón es capaz de reconocer a la locura, de tomar consciencia y establecer una relación entre el conocimiento y la experiencia. ¿Ah? Me perdí. Y ¿entonces? ¿el que no reconoce que está loco, es el que está loco? ¿será entonces la locura la forma más alta del saber? Quizás estamos siendo ignorantes ante la divinidad del delirio, limitando los alcances de nuestra consciencia, viviendo como seres insulsos destinados a extraviarnos en la inanidad de nuestra estrecha mentalidad.

Estamos tan involucrados a mezclarnos con el resto que no dejamos que nuestro lunatismo se apodere por unos momentos. Esos frágiles momentos que demuestran quien eres, a dejar que la razón opere en el vacío. Desafiar el uso exacerbado de la facultad del saber, crear nuevas teorías y no echarle en carga a esos filósofos y genios de la época. Digo yo.

Saturday, February 25, 2012

Cámara de Rollo.

Mi cámara quizás sea del siglo XVI, pero es mi amor.
Stone Mountain.


















Saturday, February 18, 2012

Cuando el psicoanálisis ataca

Self 4, Brookline. Nicholas Nixon, 2008.
Locura.


Filosofeando entre bebidas espumosas, se abrió el camino para descifrar los mensajes interestelares orbitando en mi subconsciente. Mi lapsus linguae no se debe al grado de alcohol, sino a mi siempre fiel ambivalencia, esos sentimientos conflictivos opuestos interdependientes que me acompañan y demuelen mi equilibrio emocional. Muchos adjetivos, pocas explicaciones, pero de alguna forma encuentro refugio en el psicoanálisis, pues no hay nada más liberador que el saber transferencial, la búsqueda natural de exteriorizar una definición que hace rica la clínica y las investigaciones. Lo leído orienta, quizás por eso es esencial saber escuchar, y no escuchar desde el saber.

No es que intente buscar razón para lo que no está del todo perfecto en mí, pero posiblemente exista un medicamento para evitar el mantenimiento de una oposición del tipo sí-no, esos relacionados con los síntomas cardinales de la esquizofrenia. Estoy siendo sarcástica. No, no pretendo ser esquizofrénica, pero ya se está tornando pesado el típico acto de “quiero y no quiero”, eso de amar y odiar en un mismo movimiento. Resulta  que Freud estableció en muchas ocasiones que existe una lógica donde coexisten dos tendencias opuestas, que pueden evidenciarse por la simultaneidad en la psiquis de cualquiera del sí y del no. Es una característica usual de la condición humana hasta llevada al extremo, esa capacidad que tenemos de poder llevar la inversa a ser verdadera. No sé si me explico.

La especie humana no es el reino del instinto, tenemos valores, factores externos que interfieren quizás con nuestra concepción de decidir. Lo que quiero decir, es que somos fuente de amor y odio, y es normal estar acompañado simultáneamente por sentimientos agradables y desagradables. Bleuler también reconoció la presencia de la ambivalencia, y lo considera todo como un movimiento humano de expresión. Siempre está presente el doble significado de la interpretación, impulsos contrarios sincronizados ante una misma situación, en un mismo individuo, lucha permanente tal cual como intentar definir quién eres y a dónde vas. La respuesta nunca está ni estará clara, pero eso no significa que quieras dejar de preguntar.

Todos estos adelantos psicoanalíticos terminan reconfortándome, pues no necesito una lobotomía después de todo. Sin embargo, es increíble como el agujero negro de los sentimientos encontrados puede llevarte a perder la razón.  Mucha indecisión, muchos altibajos, mucho que considerar. Qué sientes más, qué te impulsa más. El amor o el odio? Querer o no querer? Más que una característica humana es un defecto, que no muchos padecen. Igual, solo estoy siendo exagerada. Realmente mi monólogo intrínseco desarrolló todo este teatro porque no quería tomar una decisión, decisión que eventualmente tomé. Así que olviden lo que dije. 

Tick, Tock

The Persistence of Memory. Salvador Dalí.
El tiempo derrite los últimos segundos de mi paciencia.


Asfixiada en tu marco cronometrado, sin control ni dominio, sin pausa. Dices ser el que cura las heridas más profundas; quizás curas lo que la razón no puede. Lo que es cierto, es que nos encontramos destinados a que nos mates, nos hagas esclavos de la búsqueda de una eternidad marchita que huye y nos arrastra consigo.
Me enloqueces, siento que te malgasto y tú me malgastas a mí. He desafiado la vida solo pocas veces, breves períodos concedidos por el destino para no morir en deseo y excusas. Pensé que esos momentos nunca acabarían, pero me arrebataste cada instante sin compasión, aún cuando más lo disfrutaba. Dices que resuelves nuestras dudas y dolores, que los años enseñan lo que los días no conocen. En lo que a mí concierne, lo que dices es una gran mentira. Aún cultivando la amistad, debilitas el amor y desluces la belleza externa, permitiéndonos sólo poseer el pasado, y el futuro, así no queramos, es más tuyo que nuestro. 

Tiempo, protagonista arbitrario de la vida misma, agente efímero del tormento, te llevaste contigo mis mejores recuerdos, aquellos que prevalecen en el desván de mi memoria. Me limito a flotar en tu espacio, dilatando mi tiempo de vivir. No contaré tus presuntuosos minutos, contaré sensaciones, y cada momento será un día. Fingiré que el tiempo detenido que tanto añoro existe, y que no controlas mi vida a tu placer.

No sé por qué escribo para ti, a ti que nada te importa. Eres una fuerza imparable que espera por nadie, un caminar sin rumbo por una vía infinita, una causa perdida.  Me quejo de tu impaciencia, en ocasiones de tu monotonía, pero principalmente de tu  falta de piedad. Eres absurdo e irremediable, indigno de mis interminables por qués. Pretenderé conocer por qué vienes y vas a tu gusto, susurrando en mi oído sin perdón que todo está por acabar. 

Wednesday, February 15, 2012

Yo, mi otro yo, y quizás otro más.

Mental Map: St. Gallen Projection. Franz Ackermann, 2004
Mente revolucionaria con mucho que decir.


Meras observaciones mías, desde distintas ventanas del alma, distintos momentos y memorias. He llegado a reconocer que soy un ser en ausencia de organización psicológica, identificándome siempre con aquel que me recuerda ciertos rasgos de lo que fui, de lo que soy, de lo que me gustaría ser. No tengo una crisis de identidad, pero nunca he creído que el ser humano posea una individualidad definida.

Ninguna persona es la misma por un largo período de tiempo, se puede evidenciar claramente bajo la auto-observación seria y profunda, luego de despertar consciencia. Esta multiplicidad psicológica se dice llamar alter ego, pero ciertamente yo considero que el humano solo está en constante cambio, en una constante discusión interna de sobre quien prevalece, de quien controla el cerebro intelectual, el centro emocional, el que obtiene la supremacía sobre el cuerpo. El que ignore esta lucha en sí, no ha evidenciado los innumerables cambios y contradicciones de cada quien, o al menos no en distintas y específicas situaciones. Ese otro tú que se descontrola cuando te pasas de copas; ese otro tú que domina cuando te enamoras, siguiendo del típico acto de “yo no era así”; odias la vida y al minuto sientes eterna felicidad, entre otros muchos ejemplos.

Vivir en un mundo sin concordancia, es claramente vivir como humanos, débiles ante en conflicto continuo y la falta de voluntad ante las miles personas viviendo bajo tu adorada y “’única” personalidad. Lo sé, es una desafortunada realidad, y la forma de solventar esta lucha imparable es… pues no lo sé. No soy ninguna Freud del siglo XXI, pero es obvio que cada quien posee las llaves para su propio entendimiento. Realmente, quién soy yo para dar consejos de auto-comprensión, cuando millones de veces me he visto presa de las diversas circunstancias que me victimizan, pocas veces consintiendo el hecho de que la vida es ilusoria y fugaz, de que la muerte últimamente reduce a cenizas las vanidades del mundo. Indiscutiblemente, la vida es un problema que nadie entiende, y no pretendo volverme existencialista.

Sé que no soy sólo yo la que piensa esto. 






Tuesday, February 14, 2012

Quizás conmigo, quizás con otra.

Untitled. Wilhelm Sasnal, 2003
Qué escondes?


Estoy cansada de seguir la ruta pautada, el protocolo establecido por las máquinas sociales liderando sin pasión. Sentir, es lo que se quiere, es lo que se espera, al menos de un ser con corazón. Sin embargo la vida se ha reducido a la lógica, y a un manual de reglas sin sentido aceptado por todos como moral; libro regulado que veta mis sentimientos y los embarga como nulos, pensamientos absurdos en un mar de sucia perfección que descarrila la belleza en el mundo en donde vivo. Y no el de mi cabeza, aquél que tanto imagino, sino el real.

El rezagado se encuentra a sí mismo cuando busca la fe, porque tiene el valor de enfrentar lo que por ley es bueno en la corte de los valores, pero tu vida se ha basado en apuntar al diferente, a enseñar en teoría lo que con práctica se logra y la dicha de nunca pecar. Si existe un verdadero Dios, éste verá más allá de los hechos, siendo tú culpable de caer en la tentación de juzgar a quién apenas conoces, pues más llamativo es el humano sideral que disputa, el que no piensa igual, el que vive en otra onda.

Mujer argumentada con supuestos ideales, tus prioridades son distintas que las mías, pero esto no te hace mejor que yo. Discierno en todas tus decisiones, te restriego con sarcasmo una sutil (nada sutil) respuesta, incapaz de disimular que soy anómala y que, honestamente, no me importa lo que piensas. Cometiste un error al juzgarme, siendo Dios el único que califica, pero no te juzgaré por ello. Piensas que no hay nada malo en ti, pero de nuevo, no te juzgaré por ello. Continúa tu vida mintiéndote, mezclándote con el resto, disfrazada de robot en trajes de lino, escuchando la música de moda y utilizando la jerga moderna. Todos verán tarde o temprano eso que ocultas, eso que tienes miedo a reconocer… eres imperfecta, como yo.