Monday, March 12, 2012

Para ti, que vives en otro mundo

Desire. Monica Bonvicini, 2006.
El deseo inmerso en el cultivo de nuestros sueños.


Sueñas con volver sin haberte ido, con lágrimas ácidas deslizándose en tus mejillas.

Sueñas con no condenarte a la rutina, a los abrazos sin pasión, a las conversaciones del clima, a las sonrisas fingidas y a la escritura forzada de un tema moderno.

Sueñas cosas que nunca fueron, que nunca serán, porque puedes desafiar el saber absoluto, el desastre catártico de la verdad aparente.

Sueñas con la eternidad de un instante, descansar en la añorada época intermitente, burlándote del segundero del reloj.

Sueñas con decidir si estas ida o presente, con esa manera tan tuya de ignorar la realidad como quien no existe en ella.

Sueñas con resistirte a la racionalidad que te detiene, jugar a ser Dios cuanto te valga, incluso más allá del despertar.

Sueñas con cauterizar aquella fisura que cuela el freudiano deseo reprimido, esa lacaniana inhibición activa, esa historia avejentada vuelta cenizas, que se despliega a su gusto en la plena realidad, sin disculpas, sin consentimiento.

Sueñas con contener el divagar sin viento en tus noches de poco ensueño, en las paredes de tu alma, derrochando la sigilosa pero siempre constante sabiduría oculta en la consciencia.

Sueñas con olvidar lo vivido, porque aún en sueño, te lastima, te hace sufrir, despiertas perdiendo la cordura, queriendo irte, escapar de la vida misma con frustración fermentada.  

Sueñas con dejar de soñar, porque tu deseo (no tan) oculto se reduce a una almohada, a dos ojos cerrados, y en un rozar de pestañas, recreas la existencia que no existe de verdad.

Ya despierta, ya ríe de tus ilusorios pensamientos, ya ponle un final al destiempo, ya deja de soñar.

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